En medio del estallido social que enfrenta Chile sin atisbos de una pronta resolución, las académicas de Periodismo de la Universidad Católica del Norte, Francis Espinoza, doctora en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, junto a Pamela Romero, doctora en Ciencias Humanas, analizan el manejo del Gobierno ante la innegable crisis política. Así como también, se refieren a la criticada cobertura mediática de las protestas sociales y especulan sobre la futura resolución del conflicto nacional.
En cada rincón del país resonaron las voces y cacerolas que en masas anunciaron lo inesperado: el pueblo chileno despertó. Lo que antes parecía una utopía en conversaciones familiares, con amigos o conocidos, hoy se convierte en una realidad con cientos de miles de personas protestando en las calles, exigiendo un verdadero cambio social y estructural en Chile.
Y es que nadie se esperaba que el alza de tarifas del transporte público y el llamado a la evasión masiva del metro, propuesta por los estudiantes del emblemático Instituto Nacional, se convertiría en el hoy denominado “despertar de Chile”.
“Los estudiantes son la caja de resonancia de las demandas sociales y este caso no fue la excepción. Ellos comenzaron esta carrera y le pasaron ‘la posta’ a la ciudadanía”, afirma la doctora en Ciencias Humanas y académica de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica del Norte, Pamela Romero.
Actualmente, las demandas de este estallido social han apuntado a reconstruir el sistema político y económico heredado y perpetuado con la Constitución de 1980. Una Constitución que hoy, en medio del colapso neoliberal, se redujo a 30 años de una violencia estructural que promovió la desigualdad social en Chile.
Es por esto que la ciudadanía, “requiere cambios estructurales que implican cuestionar y modificar tanto el modelo económico como el político, otorgando una mayor participación activa de la sociedad civil en la toma de decisiones”, comenta Francis Espinoza, PhD en Ciencias Políticas y académica de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica del Norte.
La experta en Relaciones Internacionales, advierte que “estamos viviendo un desgaste social y económico a nivel internacional, como efecto dominó de las agobiantes políticas neoliberales impuestas por la globalización”.
Y en este contexto de crisis, las propuestas concretas que el Presidente Sebastián Piñera anunció en su último discurso, refiriéndose al sistema de pensiones, salud, salario mínimo, dieta parlamentaria, entre otras problemáticas, “son medidas que la ciudadanía ve como insuficientes para paliar los años de inequidad económica y social”, añade Espinoza.
La guerra que inició Piñera
Bien es sabido que las medidas de seguridad implementadas a nivel nacional, sólo lograron caldear más los ánimos entre la multitud, situación que empeoró con la polémica sentencia del Presidente: “Estamos en guerra”. Y es que el mandatario junto al Ministro del Interior, Andrés Chadwick, insisten en poner el foco de atención en “el vandalismo y la violencia excesiva de grupos minoritarios”.
Es por esto que la represión policial y militar como respuesta a protestas pacíficas, masificaron el malestar y repudio de la sociedad chilena.
“La ciudadanía ha rechazado la militarización como estrategia para frenar el estallido social. Esto fue comunicado de mala manera y produjo un efecto boomerang, porque la gente siente que el ejercicio del poder duro por parte del gobierno ha constituido diversas formas de represión del descontento social”, afirma la académica Francis Espinoza.
Asimismo, la estrategia de activar el estado de emergencia y toque de queda en plena democracia, tampoco logró el efecto deseado en la población como alguna vez lo hizo en tiempos pretéritos.
La gente ha desafiado todo tipo de imposición y represión, lo que en cifras se vio reflejado en las 18 víctimas fatales, 102 civiles heridos, 979 personas detenidas, de las cuales 592 ocurrieron bajo la vigencia del toque de queda, según afirmó el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla.
“Lo interesante aquí es que ya no es tan fácil violar los derechos humanos, justificándolo como parte de una ‘guerra civil’”, comenta Espinoza, y añade que “la Fiscalía nacional, el Instituto Nacional de Derechos Humanos, e inclusive medios y organismos internacionales están monitoreando el exceso de violencia del Estado en contra de la ciudadanía. Por ende, no estamos en el mismo contexto del 73’”.
Prensa y redes sociales: aliados enemigos
Uno de los puntos más criticados en tiempos de movilización ha sido la cobertura mediática de la prensa nacional, lo que provocó desde la necesidad de las personas, la creación de una extensa red de apoyo y de organización masiva con una poderosa herramienta: las redes sociales.
“Los medios de comunicación en Chile, principalmente la televisión y la prensa, han realizado una cobertura muy básica de las protestas sociales”, afirma la académica Pamela Romero. “Hay una tendencia a la espectacularización y al sensacionalismo, en el sentido de que no se abordan en profundidad las demandas sociales que inician las movilizaciones y, más bien, el foco se hace en las acciones violentas”, añade la académica.
Asimismo, el registro audiovisual de violaciones a los derechos humanos se ha difundido y archivado en redes sociales de prensa independiente, elaborando contenido periodístico con información aportada por los mismos ciudadanos.
El poder de las redes sociales es tal, que la población ha preferido informarse a través de sus plataformas digitales y organizar protestas virtuales, como convertir en tendencia mundial el hashtag #RenunciaPiñera.
“Ya es costumbre de nuestros medios el criminalizar a los movimientos sociales. Lo vimos en el movimiento estudiantil del 2011 y también en el movimiento estudiantil feminista del 2018”, enfatiza Romero. Este fenómeno es alarmante, ya que “hay muchas personas que confían en la mediación de la prensa, personas cuyo único contacto con la realidad social es a través de los medios de comunicación”, advierte la experta en Ciencias Humanas.
En ese sentido, la labor de los periodistas es clave, puesto que “siempre podemos plantear un nuevo enfoque de los hechos que aborde el malestar social desde una visión más pluralista”, puntualiza Romero.
¿Cuál será la resolución del estallido social?
Para la experta en ciencias políticas, Francis Espinoza, “si la situación se hace insostenible con las movilizaciones sociales, la elite política llegará a grandes consensos como ocurrió en la época de los ‘grandes acuerdos’, y como escribió Guiseppe Tomasi en su novela El Gatopardo, todo cambiará para que nada cambie”.
Francis visualiza un panorama más bien pesimista con respecto a esta movilización:
“La ciudadanía nuevamente será engañada con medidas parches. Lo que el poder espera es que las expresiones ciudadanas se sofoquen por ellas mismas, se desgasten y finalmente mueran en las rutinas diarias del trabajo, el colegio, la casa, las compras. Asimismo, la institucionalidad buscará dividir a la ciudadanía para que el movimiento se vaya debilitando”.
No obstante, para la académica hay una esperanza que a largo plazo puede brindar un verdadero cambio. “No sólo debe transformarse la clase política, debemos mutar la mentalidad y la psicología de país hacia un modelo más solidario, humanitario y empático. Eso podría abrir las esperanzas de llegar a una sociedad más justa y equitativa”, concluye Espinoza.
Para la periodista Pamela Romero, hoy estamos “en un punto en el que es necesario que el gobierno y los políticos den señales concretas de que vieron el malestar de las personas y de que harán cambios para que las injusticias sociales terminen en Chile”.
“Es necesario el diálogo, y no solamente entre el presidente y los líderes de los partidos políticos, cuya representatividad está en crisis, sino un diálogo democrático y horizontal con los actores y representantes de todos los sectores de la sociedad”, concluye.