El llamado “estadillo social” que vive nuestro país, revivió el debate público del papel que cumplen los medios de comunicación tradicionales, como actores relevantes del sistema político en las sociedades democráticas.
Esto adquiere mayor relevancia si consideramos que este escenario de crisis institucional, los ciudadanos cuestionan todo aquello que no represente las legítimas aspiraciones del “pueblo”, del cual los medios aparecen lejanos, distanciados de la realidad cotidiana y respondiendo en primer orden a los intereses individuales de los grupos empresariales que ostentan su propiedad.
Pese a la democratización del espacio informativo generado por las nuevas tecnologías, que posibilitó el surgimiento de los autodenominados “medios de comunicación alternativos”, los medios masivos tradicionales todavía ostentan la capacidad de no sólo de influir sobre las audiencias y la agenda pública, sino también permear la agenda política.
Aunque han disminuido su poder de influencia, un estudio realizado por Cadem el 2018, demostró que el 75% de la población chilena utiliza la televisión abierta y la radio como principal fuente de información.
Limitar el rol de los medios a su función de expositores de informaciones, implica subestimar el rol activo de los medios en la creación de la opinión pública y en el desarrollo del proceso político.
Y es aquí donde es válido y necesario preguntarse: ¿cuál es la actuación de los medios masivos tradicionales en el conflicto político- social en el que está inmerso nuestro país?
En mi opinión, en el tratamiento de la contingencia, su actuación se ha reducido a narrar y comentar los conflictos políticos y sociales como un observador externo, que se limita a describir situaciones donde intervienen otros actores que participan en el espacio público: gobierno, legisladores, fuerzas armadas y de orden, sociedad civil y los ciudadanos, entre otros.
En un escenario donde nadie se atreve a pronosticar cómo y cuándo terminará el conflicto, creo necesario un cambio de visión, una nueva mirada, donde los medios tradicionales asuman el rol protagónico de mediadores neutrales entre los actores que intervienen en el conflicto, para que a través de una posición activa y no reactiva ejerzan su influencia a través de sus contenidos, no solo sobre la opinión pública, sino en especial sobre la elite política, donde nos guste o no reside la toma de decisiones para cambiar un modelo desgastado y carente de legitimidad. Es indispensable que pasen a formar parte de la “primera línea”.
Mg. José Luis Villalobos Contreras
Periodista y académico
Escuela de Periodismo
Universidad Católica del Norte.