Por Rubén Gómez Quezada, periodista. Antofagasta 23 julio 2021
Víctima de una larga enfermedad, y apenas pasados los 70, falleció en la madrugada de hoy 23 de julio en la ciudad argentina de Salta, el periodista antofagastino Juan Antonio Abarzúa Rojo. Su velatorio se realiza en familia en la compañía de sus hijos, nietos y nietas y sus amigos, quienes fueron muchos y en muchas partes.
En ese estilo pirámide invertida, el párrafo es demasiado neutral que no alcanza a definir quien fue Juan Antonio, el “Fito”. Fue el hippie de la segunda generación de la Escuela de Periodismo de la Universidad del Norte que ingresó a las aulas en 1969.
Era un soñador empedernido, bohemio, pero también deportista y nadador de los buenos en las aguas frías del balneario municipal y Las Almejas en Antofagasta. Antisistema e incorformista por natura, era un agudo observador de su tiempo lo que plasmó en crónicas y reportajes crudos y desafiantes, provistos de excelente profundidad y verbo.
Con Juan Antonio nos hicimos muy amigos en las aulas universitarias y coincidimos en 1972 en nuestra práctica profesional en Santiago. Trabajamos ambos como periodistas en la Oficina de Informaciones y Radiodifusión en La Moneda en el gobierno de Salvador Allende. El golpe de estado de 1973 nos encontró en lugares físicos distintos. Yo recibiendo mi título de periodista en Antofagasta y él, esquivando los balazos en el asalto al palacio presidencial. El destino nos volvió a juntar en Salta a inicios de 1974 cuando trabajamos en el diario El Intransigente y él más adelante en El Tribuno.
Allí, en esa tierra generosa compartimos con Maga, su esposa salteña y sus hijos pequeños, muchos días hermosos, pero también nostálgicos por el incierto regreso a casa. En ocasión del conflicto del Beagle, “Fito” alcanzó a escapar hacia Montevideo mientras yo permanecía secuestrado en Salta. Después fueron muchos años sin vernos. Nos reencontramos en los 90, a veces en Salta, Antofagasta o Santiago.
Hace unos 3 años, ya con secuelas de una enfermedad larga, viajamos en automóvil hasta la zona central. Le dejé con su equipaje siempre liviano en un cruce de La Calera y yo seguí rumbo a Los Andes.
En 2013, la Universidad Católica del Norte le otorgó el Título en Gracia de Periodista por sus méritos personales y su excelencia profesional demostrada en sus labores periodísticas en el extranjero. “Fito” recibía así como muchos otros jóvenes de una generación destrozada, una reparación moral por los sueños y la juventud que nos arrebató la dictadura. El gesto inédito de la Escuela de Periodismo fue una de sus satisfacciones y alegrías imborrables y su diploma, adornó su casa salteña hasta ayer, en un lugar de privilegio al lado de un cuadro antiguo, pero simbólico de los Beatles, los 4 rebeldes músicos de Liverpool.
¡Fito, mi compadre y amigo descansa en paz! Ya saldremos a reportear algún día en una dimensión distinta junto a los compañeros de nuestra generación que te recuerdan como yo con afecto por tu consecuencia, rebeldía, pero también por tu gran corazón, generosidad y tu pluma punzante y magistral. Nuestras simpatías para su esposa Margarita Dávalos y sus hijos Martín, Constanza, Alfonsina y Diego.