Académica de la Escuela de Periodismo (UCN) analiza implicancias de la modernización del Acuerdo de Cooperación Social entre Chile y la UE.
Luego de años de negociación, en diciembre pasado se firmó una parte del Acuerdo de Cooperación Social entre Chile y la Unión Europea (UE), el cual debiera concretarse totalmente durante 2023 con la ratificación en el Parlamento de la Unión Europea y Congreso chileno. Sin embargo, ambos países esperan que el tratado les ofrezca no sólo alguna utilidad, sino un valor añadido que podría ser el acceso al litio a precio chileno, en términos de diversificar los suministros de materias primas para la transición ecológica.
De acuerdo al equipo negociador europeo, el convenio podría constituir la reducción de la dependencia con China en el caso de nuestro país. Sin embargo, la Dra. Francis Espinoza Figueroa argumenta que “es compleja la idea de pensar en una reducción de la dependencia con el país asiático, dado que para nuestro país, el tigre chino es el principal partner económico, sobre todo en exportación de cobre. Lo que algunos/as académicos/as hemos discutido es que Chile debiera desarrollar un no alineamiento activo (NAA), es decir, que nuestro país no tendría la necesidad de mostrar explícitamente ninguna inclinación a una superpotencia en específico, dado que sólo nos queda apostar por el multilateralismo como potencia pequeña y una relación con todas aquellas naciones que favorezcan la economía del país”.
Por otra parte, la negociación implica una diversificación de recursos para la UE, en términos de expansión del catálogo de materias primas provenientes de Chile. En este sentido, los medios internacionales La Vanguardia y The Economist (26/11/2022), plantean que Europa está enfrentando una recesión brutal y una crisis energética y geopolítica de gran envergadura. En este sentido, la académica de la Escuela de Periodismo enfatiza en que “tal vez éste sea el momento de pensar que las potencias intermedias como Chile terminarán subsidiando y ayudando a las superpotencias en términos de bienes y servicios, aun cuando el tratado con la Unión Europea y muchos más allá de esto, representa el ejercicio del poder blando (‘soft power’) entre ambos actores”.
La modernización del acuerdo comenzó en 2008 luego de 20 años de entrada en vigencia del tratado original de tercera generación. Sin embargo, este nueva negociación conlleva otros aspectos más contemporáneos como la promoción de la democracia, los derechos humanos, las libertades fundamentales, el desarrollo sostenible y la equidad de género, que aun cuando no son de carácter vinculante, implican responsabilidades políticas, económicas y societales para nuestro país, precisa Espinoza Figueroa.
Este tipo de análisis es visto en el trabajo investigativo de la Dra. Espinoza Figueroa, cuyas publicaciones sobre el impacto de las influencias europeas en el desarrollo de las políticas domésticas de Chile y México han sido citadas más de 15 veces en artículos y libros a nivel internacional en los últimos cinco años (“The impact of the European Political Dialogue upon Chilean and Mexican Domestic Policies”, “Exercising a soft power: European and Chinese influences impacting upon Latin American domestic policies. The case of Science and Technology (R+D+I)”, “The EU as a global actor. The impact upon policies of internationalisation, the case of Chilean Higher Education (HE)”). Asimismo, la investigadora ha presentado el resultados de sus estudios en tres conferencias internacionales (UACES 1st Virtual Conference, 8th European Workshops in International Studies 2021-EWIS 2021, 14th Pan European Conference on International Relations) y dos nacionales desde 2020 a la fecha.